El poco más de un año de haber iniciado mis estudios de Teología, han sido muchas las experiencias por las cuales dar gracias a Dios, a pesar de vivir en un mundo convulsionado por problemas de salud y una compleja situación política y económicas a nivel local y global. Compartiré dos áreas importantes que han sido de mucho fruto, a la luz de la carta de Ignacio a los estudiantes del colegio de Coimbra. Primero, mis estudios teológicos. Segundo, la vivencia con mi comunidad jesuita desde la oración y el compartir el pan físico y espiritual.

A través de una carta, a los hermanos estudiantes del Colegio de Coimbra el 7 de mayo de 1547, Ignacio les escribe lo siguiente:

“Y en esta parte no dejaré de dar espuelas aun a los que corren de vosotros; porque cierto os puedo decir que mucho habéis de extremaros en letras y virtudes, si habéis de responder a la expectación en que tenéis puestas tantas personas, no sólo en ese reino, pero aun en otros muchos lugares…”

Los estudios de Teología van siendo un mundo fascinante, llenos de dogmas, eclesiología, lecturas críticas, diferencias y concordancias entre un autor y otro. Todo esto unido a sentimientos de disgustos y otras veces de mucha alegría. Escuchando a profesores y estudiantes con una mirada desde el Norte-Norte de nuestra américa. Sin embargo, en nuestras clases virtuales se unen estudiantes de EL Salvador, Nicaragua, México y Brasil. Por otra parte, las discusiones se enriquecen también con nuestro modo cultural, social y político de ver el mundo.

Ignacio va animando a los estudiantes del Colegio de Coimbra y, re-leyendo nuevamente estas líneas, nos sigue animando a apuntar al MAGIS, no para beneficio propio sino para beneficio de las almas. Estudio la teología con el deseo de poder dar nombre y significado a la historia del pueblo de Dios, desde una mirada misericordiosa, pensando en los desposeídos de este mundo y en la reconciliación entre los hermanos y hermanas, hijas e hijos del Dios de Jesús.

Ignacio, en esta misma carta, coloca también un punto de equilibrio entre los estudios, la vida de oración y comunitaria: “Porque de una parte aparejando las letras, de otra aumentando la caridad fraterna, os hagáis enteros instrumentos de la divina gracia y cooperadores en esta altísima obra…” La vida de oración y compartir fraterno se ha presentado como un pozo donde tomar agua que da vida eterna. Mi comunidad Jesuita está integrada por jesuitas provenientes de: Estados Unidos, India, Reino Unido, Irlanda, Haití y estudiantes de distintas provincias de Canadá. Aún con nuestros temperamentos, modos culturales y modos de pensar, la oración personal, la comunión alrededor de la Eucaristía y las conversas durante las cenas, han sido tres ámbitos que han fortalecido nuestra manera de ser amigos en el Señor.

Alexander Salas, S.J.