En mi ordenación dije que era hijo de Fe y Alegría, y sin duda una de mis casas maternas es San Javier. Volver ha sido complejo, egrese como técnico medio mención pecuaria y ahora regreso como jesuita, como director de la Entidad de Atención, la residencia. ¡Qué compromiso!

Muchas cosas han cambiado, la crisis lo ha tocado todo, las instalaciones requieren de mantenimiento, tenemos menos personal y el que tenemos se le ve cansado. Sin duda los que se han quedado son los que aún apuestan por el sueño de Vélaz, incluso a costa de llevar una vida extremadamente austera. Son unos héroes al mejor estilo cristiano sirviendo mucho. Con estos compañeros de misión estoy muy agradecido.

Las cosas han cambiado, al punto que incluso las hermanas, nuestras queridas Esclavas del Divino Corazón, se han ido y nos dejan un gran vacío. Mi oficina es lo que fue la última habitación de la Monte, su foto en mi escritorio y un retrato de Vélaz en la pared me acompañan, orientan y animan. Más que una oficina deseo que sea un recinto espiritual, y así lo expresó una exalumna amiga que me visitó, lo cual me confirmó en que acompañar en nuestra misión es fundamental.

Aquí apostamos por acompañar a niños, niñas, adolescentes, estudiantes universitarios (nuestros beca trabajo), al personal obrero, las cocineras, administrativos y docentes para que se conozcan a sí mismo, den lo mejor de sí y se acerquen a Dios. Los estudios y el trabajo han de ser nuestro pretexto para que aquí nos transformemos académicamente, como técnicos, como profesionales, pero sobre todo nos transformemos en mejores personas guiadas por el amor fraterno.

Hay mucho por hacer por aquí, necesitamos mucha ayuda para echar adelante esta Obra de Dios. Ante las circunstancias adversas que vivimos como país, Fabián González, primer director de San Javier que nos visitó hace unos días, recordaba que Vélaz le dijo una vez que San Javier era una oración fuerte que se eleva a Dios y se crese frente a las dificultades. Nuestro desafío es orar lo suficiente para que siguiendo el Espíritu podamos apoyarlo donde está pujando, cuidando y haciendo crecer.

Si San Javier es oración, Fe y Alegría toda es una gran plegaria en coro. No he podido estar aquí sin a ratos pensar en cómo están en la Guanota, en el Masparro y en Masparrito (del cual ya casi no se escucha nada). Pienso en ellos porque fueron bastiones señoriales, ejemplares que junto con San Javier Vélaz intentó posicionar para llevar adelante la cruzada educativa, junto con las redes de escuelas populares en las zonas urbanas y la red de escuelas agropecuarias. Pienso en los IUJOS, en los Centros de Capacitación en IRFA, en Arte y Vida, En el Centro de Formación Padre Joaquín, en las Zonas, en la Oficina central, en la Federación y en el movimiento todo. ¡Dios nos ayuda a mantener su Obra!

Hoy en día la cruzada educativa y de transformación social tiene más vigencia que nunca. Necesitamos salir de esta crisis social desde una transformación profunda que inicie por los últimos, los pequeños, para que ellos se inventen un país, para que lo hagan florecer. Para ello la formación técnica es crucial, porque despierta el arte y el ingenio para darle la vuelta a las cosas y al mundo, y hacer de los problemas oportunidades, para transformar las necesidades en bienes disponibles. Aquí por ejemplo queremos entrenar técnicos en agropecuaria para que hagan fructificar el campo, técnicos en mecánica para que levanten la industria, y técnicos en arte puro (textil y ebanistería) para que ornamenten la vida cotidiana con productos que expresen belleza y dignidad. Como ven, la crisis nos redujo las menciones pero seguimos luchando.

Nuestra misión aquí es posible porque tenemos amigos que nos ayudan a llevar este modo de servir. A ellos les expresamos nuestro agradecimiento pues nos surten con alimentos, equipos y materiales para nuestro funcionamiento. Y si saben de quien se desee asociar como amigo encamínenlo con nosotros.

Les cuento que del 04 al 15 de octubre tuvimos por casa a los jóvenes que han de cursar 1ro y 4to año. Estuvieron dos semanas de inducción, sensibilización y exploración vocacional en la Entidad de Atención San Javier del  Valle. Fueron días de alegría, los jóvenes colmaron los espacios de vida. Sentimos que los necesitamos y queremos aquí y ellos manifestaros lo mismo. Esperamos que la crisis del covid-19 se supere para volver a la vida y su va y ven.

Para ir terminando les cuesto que San Javier sigue siendo un lugar esplendido, con la mejor vista a las cumbres andinas venezolanas, con un encuadre de verdor, frescura y luminosidad que hace brotar vida por todos los rincones y que aviva el corazón.

Espero que mi relato les haya pintado un poco el panorama que vivimos aquí. Confieso que pequé de nostálgico en este escrito, pero como no hacerlo si a mi llegada, al ir recorriendo las instalaciones me visitan recuerdos de Joseba en la enfermería, de Martín en los talleres, de las hermanas por la capilla y los comedores. Recuerdos bonitos, de personas que se comprometieron y entregaron sus vidas aquí. Que compromiso ahora el nuestro de continuar adelante la misión que nuestros hermanos, hermanas, religiosos y laicos en su mayoría iniciaron, mantuvieron y mantienen.

Leonardo Enrique Gamboa León, S.J.