En una sociedad estremecida por las enemistades y las discordias, la llamada del Papa Francisco a testimoniar la alegría del Evangelio es acogida con fervor por las diferentes comunidades cristianas pertenecientes a la Parroquia Jesús de Nazaret, ubicada en la Carucieña al oeste de la ciudad de Barquisimeto.
Las exhortaciones pastorales del Papa Francisco, “La dulce y confortable alegría de Evangelizar”, Evangelis Gaudium, y “Sobre el cuidado de la casa común”, Laudato Si, han generado un impacto positivo en el corazón de estas comunidades que han encontrado en ellas una llamada acercarse con compasión, valentía y audacia a una sociedad que espera que su crisis de valores tenga una solución. Esta fue la temática que marcó la pauta en el retiro cuaresmal con el que las comunidades se prepararon para vivir la Semana Santa.
Luego de haber celebrado la fe en torno a las distintas actividades propias de la Semana Santa, la gente se está reencontrando nuevamente en sus pequeños grupos y comunidades para intercambiar sus mociones, lo que vivieron y lo que están sintiendo ahora que han visto y oído al Señor resucitado en medio de una ciudad en la que hay gente llena de miedos, desesperanzada, con tristeza, rencor e indiferencia.
Aquí les comparto algunas de sus reflexiones:
¿Qué sienten que aprendieron en los encuentros de fe vividos durante la semana Santa?
Janira: “fueron unos días que pudimos sentir en nuestra vida la amistad que nos une con Cristo, lo miramos humano, capaz de sentir con nosotros, lo sentimos invitándonos a abandonar el miedo y a recuperar la confianza en Dios, a poner todo en sus manos. Hemos aprendido que cuando tenemos presente a Cristo la convivencia con quienes nos rodean y el hambre, el dolor, la enfermedad, la muerte se convierte en posibilidad de hacer el bien y de multiplicar nuestra atención hacia los demás: formando redes de cordialidad, de protección a los derechos ciudadanos, de oración por los demás y de solidaridad para que las medicinas y el alimento llegue a los desnutridos”.
Petra: “Nos estamos encontrando con gente que anda a la defensiva, agresiva, desilusionada. A quienes andan así nosotros no le podemos responder con la misma actitud, nuestra respuesta debe ir acompañada del Espíritu de Jesús que es el Espíritu que alienta nuestro deseo de vivir humanamente. De Jesús hemos aprendido a no dejarnos contaminar por quienes pueden darnos a beber el veneno del resentimiento, de la desesperanza, del egoísmo o de la indiferencia, Jesús nos enseña a abrazar sin rencor a quienes nos lastiman”.
¿Cómo se puede sostener la esperanza en la sociedad de hoy?
Gregoria: “En esta Semana Santa pudimos darnos cuenta de que muchas de las cosas que hacemos en la Iglesia van en contra corriente en una ciudad donde muchos no reconocen los valores espirituales, entonces una se desanima un poco, pero cuando nos acercamos a lo de Jesús nos llenamos de aliento al ver que Él también sembró entre espinos y tierra seca. Seguimos resistiendo a la adversidad para que no se nos caiga la fe ni la esperanza. En nuestros momentos de flaqueza Jesús es quien nos abre la mente para que podamos resolver nuestras diferencias”.
Owar: “La esperanza es algo que no queremos perder y estamos viendo todo lo que está haciendo nuestra gente para cuidarla, son muchos los gestos que encontramos en nuestra gente sencilla que nos hablan de que Dios está con nosotros enseñándonos a compartir, abrazar y perdonar. Mientras no olvidemos esa manera de tratarnos como buenos vecinos la violencia no será la que se imponga”.
¿Cómo alimentan la capacidad de dar respuesta a las urgencias del Reino?
María Estala: “Hoy me alimento de la relación íntima con Jesús en la oración, en la Eucaristía y en el compartir fraterno con la comunidad. Sin este alimento me resultaría muy difícil tener algún gesto de solidaridad o de reconciliación con aquellos que piensan distinto a mí. Hoy nos urge salir al encuentro con el otro y reconocer en el otro a alguien que está tan necesitado como yo de atención y de cuidado, este impulso encuentra su fuerza en un alimento que descubrimos en el encuentro con Jesús. Lo que vemos que está pasando en el país nos exige testimoniar la solidaridad, la compasión y la aceptación del amor de Jesús de Nazaret. Sin una experiencia profunda de fe en Jesucristo vivida en comunidad no es posible despertar la esperanza, la confianza y la participación, para que se conviertan en actitudes que nos ayuden a nacer de nuevo”.
Jorge Ulloa, SJ – Párroco