Santiago Andrés Vallejo nació el 01 de diciembre de 1909 en la localidad de Suellacabras ubicada en la Provincia de Soria (España). El 03 de septiembre de 1926 ingresó en la Compañía de Jesús con 16 años. Después del noviciado fue enviado a Marneffe (Bélgica) para realizar sus estudios de Filosofía y Teología. Fue ordenado sacerdote el 15 de julio de 1940 en Bélgica. En 1942 realizó su Tercera Probación en Manresa. Entre 1943 y 1949 fue enviado como operario a la Parroquia Santa Cruz en Tenerife y pronunció sus Últimos Votos el 02 de febrero de 1944.  A finales de 1949 fue destinado a la Viceprovincia de Venezuela.

Llegó a tierras venezolanas el 12 de octubre de 1949 y desde el primer momento fue asignado a la “Statio Las Piedras” en la Península de Paraguaná (Edo Falcón). Apenas llegó comenzó con su trabajo pastoral y motivó a los fieles para la construcción de un templo. Con fondos obtenidos, gracias a una comedia teatral y las colaboraciones solicitadas a los trabajadores de las refinerías Creole y Shell, se logró comprar un terreno y comenzó la construcción de las bases para una iglesia. El 8 de septiembre de 1951 se erige oficialmente como Parroquia Nuestra Señora de Coromoto y el P. Santiago Andrés S.J. fue nombrado Párroco por el Obispo de Coro Monseñor Francisco José Iturriza.

Estaba determinado a radicarse de manera definitiva en la Península de Paraguaná, tal era su certeza que en 1952 solicitó ante el Registro Principal del Estado Falcón una Carta de Naturalización Venezolana amparado el Art. 1 de la Ley de Naturalización. En dicho documento expresó:

“En vista de que me he radicado definitivamente en Venezuela y de que he sido nombrado Cura Párroco de la nueva Parroquia de Nuestra Señora de Coromoto en Punto Fijo, y como no pienso volver a España, vengo a solicitar como en efecto solicito por su medio que se me expida la Carta de Naturalización Venezolana (…) Espero que el Ministerio de Relaciones Interiores tome en consideración la circunstancia favorable a la obtención de mi Carta de Naturalización Venezolana el hecho de ser Párroco y hacer las veces de capellán de las Fuerzas Armadas de Cooperación en Judibana”.

Su entrega, su abnegación y su incansable servicio lo convirtieron en una piedra angular para el trabajo pastoral en la Residencia San Pedro Canisio de Punto Fijo. Su faena pastoral nunca paraba: lunes los dedicaba a los asuntos del despacho parroquial, los martes, miércoles y jueves visitaba las escuelas, los viernes atendía a los militares, los sábados preparaba su charla semanal que se trasmitía por la radio más importante de la región y que era escuchada fielmente por el Obispo de Coro. Finalmente los domingos tenía tres misas en diversos sitios que incluían servicio de confesiones y bautizos.

También trabajó con Cáritas en los sectores más humildes de la península. Era común que ya pasadas las 10 de la noche preparara alimentos para llevarlos a familias muy necesitadas. Fue miembro del Consejo Presbiteral de la Diócesis.

Finalizando su vida fue Superior de la Residencia de Punto Fijo entre 30 de agosto de 1965 y 04 de agosto de 1967. De manera imprevista su salud comenzó a deteriorarse y se trasladó hasta la Enfermería Provincial en el Instituto Pignatelli de los Teques. El 04 de agosto de 1967 el P. Santiago M. Andrés Vallejo S.J. falleció repentinamente con 57 años de edad y 40 al servicio de la Compañía de Jesús. La noticia de su muerte conmocionó a la Compañía y al Estado Falcón. Los diarios más importantes de la región “Médano” y “Militante” publicaron testimonios de los fieles a manera de homenaje póstumo, aquí algunos de ellos:

“Donde encontraba una piedra construía un templo, como Pedro; donde encontraba un terreno desocupado, construida una escuela, como Sarmiento”.

“Le faltaba tiempo para emplearlo en la comunidad. Tanto fue así, que creo si comía era caminando y si dormía era muy poco”.

“Se ha ido el de la bonhomía, el recto, el cordial; el trabajador, el incansable, el humano y el sentimental”.

“El P. Santiago Andrés, heroico soldado de Cristo, que en su puesto de lucha nunca abandonó el combate, lejos del suelo natal, se ha quedado con nosotros porque así lo dispuso personalmente”.

Un poco antes de su muerte, después de recibir los Santos Óleos, ofreció su vida y su muerte por la Iglesia y la Compañía. Resulta oportuno concluir este texto con las últimas palabras que él expresó: “Por la Iglesia universal que tiene tantos problemas actualmente, por la Compañía de Jesús en la cual muero, que toma nuevos rumbos según los tiempos… y por Punto Fijo, en donde dejo mi corazón de padre”.

Damos gracias Dios por la vida y obra del P. Santiago M. Andrés Vallejo, S.J, pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.

Adrián Jiménez
Archivo Curia