Juan José Madariaga Bermúdez (Juanjo) nació el diecisiete de abril de 1923 en Aoiz, Navarra, España. Sus padres fueron Juan y Dora, tuvo tres hermanos, ellos fueron sembrando a lo largo de su vida las semillas que poco a poco fueron germinando, para escuchar el llamado del Señor.
Cursó la primaria en Vitoria, Las Arenas, desde 1929 hasta 1933. Después fue a estudiar su bachillerato en Lérida y Bilbao, desde 1933 hasta 1940. Terminado el bachillerato, decidió estudiar Derecho en la Universidad de Deusto por un año.
El diez de septiembre de 1941 ingresó al Noviciado de la Compañía de Jesús en Loyola, España.
Al integrarse a la Compañía optó por la pobreza frente a la riqueza y por el seguimiento del Cristo pobre y humillado.
Culminados los estudios del noviciado, inició el Juniorado en Orduña, Vizcaya, España, desde 1943 hasta 1946. Después comenzó la Filosofía en Oña, Burgos, donde obtuvo su licenciatura en 1949. A continuación, fue destinado al Colegio de San Francisco Javier en Tudela, Navarra, para realizar la etapa de Magisterio desempeñándose como subprefecto de disciplina y docente de matemáticas desde 1949 hasta 1951.
Finalizado el Magisterio, fue a Roma en 1951 para cursar el primer año de Teología hasta 1952, al año siguiente fue enviado al Colegio Máximo San Francisco Javier en Oña, Burgos, para terminar la Teología en 1955. En el tercer año de Teología fue ordenado sacerdote el treinta de julio de 1954 por Monseñor Pablo Gúrpide en Loyola.
En 1956 realizó la Tercera Probación en Gandía, Valencia.
Llegó a tierras venezolanas en agosto de 1956, con destino al Colegio Gonzaga de Maracaibo para desempeñarse como padre espiritual de los alumnos, moderador de la Cruzada Eucarística y docente de matemáticas en 3er y 4to año.
En el curso siguiente continuó con la labor de docente en el Colegio San José de Mérida, siendo director espiritual de los alumnos de 3er, 4to y 5to año, docente de apologética en 5to año y asesor de la Congregación Mariana, además de confesor de los alumnos.
Terminado el curso en el Colegio, fue destinado al Noviciado San José Pignatelli en Los Teques y llegó allí el dos de octubre de 1958 como Rector. A partir de esta fecha también fue nombrado Maestro de Novicios y Director de la casa de Ejercicios Espirituales hasta el veinticinco de agosto de 1965.
En sus años como Maestro de Novicios fue adquiriendo grandes conocimientos de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, de las Constituciones y del Espíritu Ignaciano que le sirvieron para su trabajo pastoral y espiritual.
El dos de febrero de 1959 emitió los Últimos Votos en Los Teques ante el Viceprovincial el P. Cándido Mazón, S.J.
A partir de 1965 dejó de ser el Rector, y continuó siendo Maestro de Novicios, examinador de candidatos a la Compañía y acompañante de los neo-sacerdotes hasta 1967.
Durante el curso de 1967-1968 realizó estudios de Teología Pastoral en París, y continuó en el curso de 1968-1969 en el Instituto “AMAR” de París sus estudios de Teología Pastoral.
Al P. Madariaga, S.J. le gustaba mantenerse al día en Teología a través de la lectura de revistas y libros especializados.
Regresó nuevamente a Venezuela en 1970 y fue destinado a la residencia San José de Mérida, para dirigir al equipo de Ejercicios Espirituales (EE. EE.) de la Viceprovincia, siendo nombrado Superior de la Comunidad el dos de octubre de 1972 hasta 1974.
Finalizando 1974 fue destinado a la Parroquia Universitaria de Caracas como vicario cooperador, mientras seguía siendo director del equipo de EE. EE. hasta 1979.
Retornó en 1980 a Mérida, donde trabajó con jóvenes universitarios dando Ejercicios, y fue nombrado Superior de la comunidad el primero de julio de 1980. Sumó a sus funciones el ser vicario cooperador de la Parroquia San José Obrero y continúo dirigiendo las tandas de Ejercicios Espirituales hasta 1986, cuando dejó de ser Superior de la Comunidad.
Fue destinado a Barquisimeto en el curso de 1986-1987, y llegó en septiembre de 1986 a la Parroquia Cristo Rey para continuar desde allí con los EE. EE., además de ser Consiliario Nacional de las Comunidades de Vida Cristiana, director del Centro de Espiritualidad de la Provincia y director de Fragua.
Finalizado el curso es enviado nuevamente a Mérida, a la residencia San José en 1988 como vicario cooperador de la Parroquia y continuó con las mismas actividades que en Barquisimeto, exceptuando la dirección de Fragua.
Al cumplir los cincuenta años de Compañía, en septiembre de 1991, el P. General Peter-Hans Kolvenbach, S.J. escribió una carta agradeciendo su labor y dedicación: “Quiero agradecerle el insigne servicio que usted prestó (…) Sírvale de consuelo saber que sus ex – novicios le agradecen mucho la formación que usted les dio, sobre todo aquella insistencia en juzgarlo todo con `espíritu sobrenatural´ y en buscar `las virtudes sólidas y perfectas´ (…) Su vida ha sido y sigue siendo una vida muy sacerdotal en el más estricto sentido. Agradezcamos a Dios todo el bien que usted ha hecho en el trato directo con tantas almas”.
En 1996 añade a sus labores anteriormente mencionadas, la coordinación de la Comisión de Laicos hasta 1999.
Durante todas sus labores se mostró siempre disponible, a pesar de su precaria salud y que padeció alrededor de veinte operaciones, estuvo dispuesto a cualquier trabajo apostólico que le ofrecieran.
Y fue en los dos últimos meses de su vida cuando le fue detectado una obstrucción en las arterias del corazón, prolongándose su lucha hasta el 10 de marzo de 1999 cuando falleció en Caracas. El P. Juan José Madariaga, S.J. tenía setenta y cinco años de edad y cincuenta y siete años de Compañía.
En la homilía de sus exequias, el P. Provincial Arturo Sosa, S.J. describió al padre Juanjo como: “Juanjo, Papá Dios te dejó vivir entre nosotros este tiempo para mostrarnos en su forma paradójica, una vez más, su corazón lleno de amor. Jesús enseña más clavado en la cruz, impotente, sin dominio alguno sobre su vida, que con sus parábolas, sermones, milagros y andanzas de una a otra. Jesús refrendó en la cruz la verdad de su experiencia de Dios y mostró la fuerza del espíritu Santo que sopla donde quiere. En esta etapa de tu vida se te regaló la ocasión de seguir siendo `maestro´ de nosotros, novicios en el seguimiento y el deseado completo abandono en sus manos”.
Damos gracias a Dios por la vida y obra del P. Juan José Madariaga Bermúdez, S.J., y pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.
Schirley Echenique
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