José Martín Aguirre-Ceciaga y Eguren nació en Durango, Vizcaya, España, el once de noviembre de 1893. Hijo de Francisco y Josefa, quienes constituyeron una familia numerosa de seis hijos.

Su familia era profundamente cristiana, y es este entorno el que influyó en su vocación.

Después de discernir siguió el llamado del Señor e ingresó al Noviciado de Loyola, España, el treinta y uno de diciembre de 1908, pero antes de ingresar su familia celebró con él una despedida.

Su camino religioso estuvo marcado por el apoyo familiar, evidenciado en la celebración de su despedida y su asistencia a los Votos de Bienio en 1911.

Al terminar el Noviciado, realizó sus estudios Humanísticos en Loyola de 1911 – 1912, y luego en Burgos hasta 1914.

Culminado el Juniorado estudió tres años de Filosofía en Oña, España, desde 1914 hasta 1917.

Después de la Filosofía, inició la etapa de Magisterio en Nuestra Señora de la Antigua en Orduña, Vizcaya, España, enseñando historia natural, fisiología e higiene, además de encargarse del museo de historia natural. En este tiempo tuvo como alumno a quien sería más tarde el primer presidente de Euzkadi.

Regresó nuevamente a Oña, para estudiar Teología desde 1921 hasta 1925. Durante sus estudios fue nombrado bedel (encargado del rector para los asuntos de los teólogos y del mismo modo el representante de las aspiraciones de los teólogos ante el rector), luego fue nombrado profesor de los hermanos coadjutores. En el tercer año de Teología fue ordenado Sacerdote el veintinueve de julio de 1924.

En el Teologado era conocido como un buen teólogo y más de una persona se valió de los resúmenes que hacía para su uso particular. En este tiempo del Teologado decidió escribir “La vida misionera en la era primitiva de los mártires”, mientras era discípulo del P. Joxe Zameza, S.J. un gran misionólogo y que impartía clases de “Historia Eclesiástica y de Patrología”.

Al año siguiente, hizo la Tercera Probación en 1926 en Manresa, bajo la dirección del P. Antonio María Arregui, S.J.

Finalizada la formación, fue destinado, en el curso de 1926 – 1927, a universidad de Deusto donde enseñó Lógica Fundamental y Religión en la Facultad de Derecho, además de ser subprefecto de disciplina de los alumnos universitarios.

Los Últimos Votos los hizo el dos de febrero de 1927.

Aunque solo estuvo un curso en Deusto, para 1927 – 1928 fue enviado a Caracas, Venezuela, al Colegio San Ignacio en donde fue nombrado ministro de la casa, profesor de biología y apologética, prefecto de disciplina y subprefecto de estudios, siendo nombrado además consultor de casa.

No habían pasado más de diez meses cuando se recibió en Caracas un telegrama del P. Severiano Azcona, S.J. Provincial de Castilla, con el siguiente texto: “Vuelva inmediatamente a Bilbao”. El diecinueve de agosto de 1928 fue nombrado rector del Colegio Nuestra Señora de Begoña, Indauchu, Bilbao. Allí se desempeñó como prefecto de estudios y de salud. Durante su labor recogió suficiente dinero para levantar la torre de la Iglesia. Al año siguiente sigue siendo rector, y “como si aún le sobrara tiempo en el gobierno del Colegio” se ocupó de las asignaturas de ciencias naturales, geología, física y química.

El catorce de abril de 1931 se proclamó en España la República, y tuvo que enfrentar la nueva y delicada situación, ya que el gobierno decretó la disolución de la Compañía de Jesús en España. Y cuyo decreto aparecería en el Boletín Oficial del Estado (B.O.E.).

“Estábamos desayunando los maestrillos, cuando llegó el Hno. Oiz (…) nos comunicó el Decreto de Disolución de la Compañía y que se nos daba un plazo de unos días para desalojar todas nuestras casas, prohibiéndosenos sacar nada de ellas, ya que desde ese momento todo lo de la Compañía pertenecía como posesión y propiedad al Gobierno de España”, comentó el P. Luis Arrieta, S.J. quien conservaba extraordinarios recuerdos respecto al P. Aguirre-Ceciaga, S.J., definiéndolo como buen religioso, hombre leal, entregado a su trabajo material y personal, hombre cordial y de gran elevación de miras y en resumen muy jesuita.

En días tan complejos y tristes, el P. José Martín Aguirre-Ceciaga, S.J. tenía mucha responsabilidad como rector a la hora de mantener la enseñanza de los estudiantes del colegio.

El P. Arrieta, S.J., recuerda esos momentos en un escrito: “La gente de Bilbao se portó extraordinariamente bien y muchas familias vinieron a ofrecernos su ayuda, y como la responsabilidad de Indauchu recaía sobre el P. Aguirre-Ceciaga, recuerdo haberle visto sentado en uno de los peldaños de las escaleras llorando de pena por todo lo que ocurría. El domingo previo a nuestra retirada, al subir a la Basílica de Begoña como todos los domingos por la calzada, ese domingo toda la gente nos saludaba con muestras de pena y condolencia por el atropello injusto que se cometía con nosotros. Todos nos dispersamos, por unos días al menos, y yo, habla el P. Arrieta, me fui de mi casa de Mondragón a convivir durante unos días con mis padres y hermanos hasta nueva orden”.

El P. Aguirre-Ceciaga, S.J. se acogió al Barrio de La Peña, donde su hermano Juan había sido nombrado Párroco, allí vivió con sus hermanos Juan, Bernardo, Rosalina, y la que consideraba como hermana Soledad.

Durante el curso escolar de 1932-1933, fue nombrado rector en Tournai, Bélgica, desde el veinticinco de julio. Además, ejerció como prefecto de estudios, impartió clases de elocuencia sagrada y fue examinador de candidatos. El 9 de septiembre de 1933, fue nombrado rector de Marneffe, Bélgica, donde también asumió las funciones de prefecto de salud y consultor de Provincia, hasta 1937.

En Tournai vivían 167 jesuitas, divididos en: 11 Padres, 111 escolares, entre juniores y novicios, y 45 hermanos entre veteranos y novicios.

Después de cinco años en Bélgica fue destinado a Venezuela como Viceprovincial, desde el veintinueve de marzo de 1937 hasta el veintiséis de mayo de 1939, años coincidentes con la guerra civil española. El P. Aguirre-Ceciaga, S.J. tenía un gran cariño por Venezuela, así que cuando se enteró de su destino viajó lleno de felicidad a la Viceprovincia de Venezuela Dependiente de la Provincia de Castilla.

Abrió el noviciado de El Valle y a su empuje se debió el comienzo de los nuevos edificios de los colegios San José de Mérida y San Ignacio de Caracas, pero fue víctima de calumnias producto de los bandos generados por la guerra civil española.

“Al Padre Aguirre-Ceciaga, alejado del todo de cuanto a política se refiere, le tildaron de abertzalismo, No hubo tal (…). Al ser destituido, por razones partidistas, de su cargo de Viceprovincial a los dos años y pico, cargo que lo estaba cumpliendo a satisfacción de la inmensa mayoría de la Viceprovincia, con un corazón roto por nuevos y mayores desengaños, se ofreció para continuar en cualquier puesto dentro de Venezuela” expresó en un escrito el P. Gabriel Inchaurrandieta, S.J.

Fue llamado a Roma en 1939, no regresó a Venezuela sino que fue enviado a Cuba.

En el curso de 1939 – 1940 fue destinado al Colegio Belén, en Cuba, para enseñar historia universal a los alumnos de 2do curso en las secciones 1 y 2, también enseñó instituciones cívicas a los alumnos de 4to curso, a los hermanos coadjutores y fue confesor de la comunidad, de los alumnos y también de los fieles asistentes al Templo.

En cartas a su hermano Juan, dio detalles de su nueva ocupación en la Habana y también de los recuerdos que le llegaban desde Caracas: “ (…) Mis tres clases diarias, la preparación que ellas me exigen y algunas otras cosas me tienen ocupadísimo. (…) Frecuentemente me escriben Luciano y otros de Venezuela. El prefecto del Colegio de Caracas me ha enviado un gran álbum con multitud de fotografías de lo que era antes el colegio y de cómo queda actualmente. Me dicen que es la admiración de todos, se ve que resultó plenamente la primera parte del proyecto que es la que dejé finalizado al salir de allí. En una de las fotos me han dejado la siguiente dedicatoria `sigue aguantando; la paciencia os es necesaria debe ser vuestra consigna`”.

El día veintidós de noviembre de 1941 muere en la Habana a sus cuarenta y ocho años de edad, treinta y tres años de Compañía, el P. José Martín Aguirre-Ceciaga y Eguren, S.J.

Fue un hombre honrado, constante y que recibía su misión con los brazos abiertos, y a quien las circunstancias lo llevaron a ocupar puestos de gobierno en situaciones no fáciles.

Damos gracias a Dios por la vida y obra del P. José Martín Aguirre-Ceciaga, S.J., y pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.

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