José María Huarte Sarasola nació el treinta de enero de 1893 en Oyarzun, Guipúzcoa, España. Ese mismo día fue llevado a la Iglesia de San Esteban para ser bautizado. Criado en un hogar profundamente religioso, sus padres, Antonio y Margarita, le inculcaron sólidos valores cristianos.

Tras cursar sus estudios de primaria en su pueblo natal y el bachillerato en Baliarrain, Guipúzcoa, el joven José Huarte sintió el llamado a la vida religiosa.

Ingresó al Noviciado de Loyola, España, el primero de febrero de 1908 a la edad de quince años. Tras concluir esta etapa inicial, prosiguió sus estudios del Juniorado en el mismo lugar, entre 1910 y 1914. Posteriormente, inició los estudios de Filosofía en Loyola entre 1914 hasta 1917.

Fue enviado a Wuhú, China, en 1917 hasta 1919 como estudiante del idioma en su tiempo de Magisterio.

Los estudios de Teología pasó a realizarlos en Oña, Burgos, de 1919 hasta 1921, luego fue a terminarlos en EE. UU. en la Universidad San Luis de la Provincia Jesuítica de Missouri en el curso de 1921 – 1922 y 1922 – 1923. En el tercer año de Teología, fue Ordenado Sacerdote el treinta de julio de 1922 por el Cardenal Juan Bautista Benlloch, Arzobispo de Burgos.

Al año siguiente fue a realizar la Tercera Probación en St. Stanislaus Station de la misma Provincia de Missouri en Cleveland, Ohio.

Fue destinado a Wuhu, China, en 1925. Durante once años residió allí, llegando a dominar el chino con tal soltura que los Superiores lo responsabilizaron de la enseñanza de la lengua a los misioneros de la Compañía, desempeñándose además como director espiritual, confesor de la comunidad, escritor de la historia de la casa y examinador de los neo sacerdotes.

En un giro del destino, se vio obligado a enseñar la lengua a misioneros franceses, a pesar de no hablar la lengua. Lo más curioso es que los propios chinos elogiaban el acento de sus alumnos.

El dos de febrero de 1926 emitió los Últimos Votos.

Al salir de China en 1936 lo encontramos en Marneffe, Bélgica, para ejercer como profesor de Teología Dogmática en el primer año, al siguiente año sumó a sus responsabilidades como profesor de Teología la de censor de libros y examinador de los nuestros.

Fue al Colegio Máximo San Francisco Javier en Durango, Vizcaya, España, a la Facultad de Filosofía y Teología en el curso de 1938 – 1939, como profesor de Teología Dogmática, prefecto de la Iglesia, maestro de ceremonias, censor de libros y examinador de los nuestros.

Un año más tarde, al concluir el periodo de dispersión se produce el regreso definitivo a Oña donde José María Huarte añade a las tareas que tenía en Durango las de profesor de liturgia.

Durante los diez años que vivió en Oña (Burgos), de 1940 a 1950, se desempeñó en múltiples funciones como: profesor de teología dogmática y liturgia, director espiritual, colaborador en la revista ‘Estudios Eclesiásticos’, censor de libros, examinador, vicepostulador de causas de los PP. Aramburu e Ibarguren y ministro de los teólogos. Asimismo, se encargó de la administración de la iglesia y coordinó el Apostolado de la Oración.

Llegó a Venezuela en septiembre de 1950, desde su llegada y los siguientes cinco años, estuvo enfocándose por completo en la formación de los futuros sacerdotes en el Seminario Santa Rosa de Lima de Caracas, como director espiritual, profesor, maestro de ceremonias y confesor, y fue guía de los seminaristas en su crecimiento espiritual y académico. También impulsó y coordinó diversas actividades pastorales y litúrgicas, como el Apostolado de la Oración, la Cruzada Eucarística y la Congregación Mariana.

En el curso de 1955 – 1956 fue destinado a Mérida para trabajar durante tres años en el Colegio San José y San Francisco Javier, como director espiritual de los alumnos de 3ero, 4to y 5to año, director de la Congregación Mariana y de la escuela nocturna, clases de apologética en 5to año y francés de 2do. Fue confesor de la comunidad y de los alumnos, dio catequesis a los hermanos coadjutores y a los obreros.

Entre 1958 y 1959, fue destinado a Barquisimeto donde asumió múltiples responsabilidades en la comunidad educativa y religiosa. Se desempeñó como director espiritual del Colegio San Francisco Javier, docente de religión e inglés, y moderador de la Cruzada Eucarística. Además, impartió catequesis, trabajó en la escuela popular San Ignacio de Loyola, atendió la Parroquia Cristo Rey y varias instituciones como la Asociación Venezolana del Niño y Fe y Alegría. También se encargó de la biblioteca y promovió el Apostolado de la Oración.

Durante su estancia de trece años en Barquisimeto, pudo cultivar su vocación apostólica y desarrollar plenamente sus habilidades pedagógicas en beneficio de sus alumnos y de la comunidad educativa.

En 1971 fue a la Enfermería de Los Teques ya que su salud no se encontraba bien, allí estaría durante cinco años.

Luego en 1976 es destinado al Colegio San Ignacio de Caracas, con su avanzada edad y una vesícula biliar llena de cálculos. Su situación podía remediarse con una cirugía, pero debido a su edad esta opción la desaconsejaban, quedando como única opción suministrarle medicamentos que le aliviaran el dolor.

A pesar de las limitaciones de su salud continuaba su vida, sentado en su habitación o rezando el rosario en la comunidad con los hermanos. Luego le dieron una silla de ruedas para que se pudiera trasladar cómodamente, ya que con el bastón no podía mantenerse en pie.

El doce de marzo de 1980 el P. José María Huarte Sarasola, S.J. falleció en la Enfermería del Colegio San Ignacio, tenía ochenta y siete años de edad y setenta y dos años de Compañía.

El P. Huarte, S.J. mostró siempre su espíritu generoso, abierto, y que al observar las distintas etapas de su vida, se evidenció de manera clara esta dimensión de su entrega a la Compañía.

El P. José María Salaverría, S.J. compartió unas palabras sobre el P. José María Huarte, S.J. en el escrito que realizó para las Noticias de la Provincia: “El P. José María Huarte, S.J. nos abandonó lleno de grandes méritos, purificado por los muchos sufrimientos de su enfermedad, y dejándonos excelentes ejemplos no solo de vida, sino también en el largo proceso de su enfermedad y de su muerte”.

Damos gracias a Dios por la vida y obra del P. José María Huarte Sarasola, S.J., y pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.

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