José Antonio Sierra Nava nació en San Sebastián, España, el trece de febrero de 1931. Dos días después de su nacimiento, fue bautizado en la Parroquia de Santa María. Sus padres fueron Luis y Margarita, tuvo cinco hermanos, una familia unida y de profundos valores cristianos.

Cursó la primaria en su ciudad natal en 1937, por tres años, y luego fue a estudiar a Tudela, Navarra, en el Colegio San Francisco Javier donde también haría su bachillerato hasta 1948, como interno.

Es en esa etapa de sus estudios que reconoce su vocación y siente el llamado del Señor, tomando la decisión de ingresar al Noviciado de la Compañía de Jesús en Loyola, España, el catorce de septiembre de 1948.

Finalizado el Noviciado fue destinado a la Viceprovincia de Venezuela, el catorce de septiembre de 1950 recién emitidos sus primero Votos. El veinticuatro de septiembre de 1950 llegó a Venezuela, y luego fue a Santa Rosa de Viterbo, Colombia, para realizar los estudios humanísticos de Juniorado ese mismo año hasta 1952.

Para cursar la Filosofía en 1952, va a la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, Colombia, obteniendo la licenciatura en 1955.

Una vez culminados sus estudios de Filosofía, durante su etapa de Magisterio, fue designado al Colegio San Ignacio como profesor de Física. Allí, encontró en el laboratorio de Física y medios audiovisuales un espacio ideal para desarrollar su pasión por la enseñanza, elaborando numerosas diapositivas. Paralelamente, fue guía del Centro de Excursionistas Loyola (CEL) hasta 1958 y cursó estudios de Biología en la Universidad Central de Venezuela (1955-1958).

En el curso de 1958-1959, fue destinado al Colegio Javier de Barquisimeto como subprefecto de disciplina, docente de ciencias naturales y geografía, y ayudó al moderador de la revista Tribuna.

Para completar su formación jesuita de Teología, fue a Oña, Burgos, España, en 1959 al Colegio Máximo San Francisco Javier hasta 1963. En el tercer año de estudio fue Ordenado Sacerdote, el catorce de julio de 1962 por Monseñor Ángel Riesco Carbajo, Obispo Auxiliar de Tudela, en Loyola.

En el tiempo que tuvo intermedio entre sus estudios teológicos y la Tercera Probación, pasó un año (1963-1964) como Sub Director del Colegio Mayor de la Universidad de Deusto en Bilbao, España, y en 1965 estuvo navegando como Capellán de barco.

El P. José Antonio Sierra Nava, S.J. hizo la Tercera Probación en Murcia, España, en 1965-1966.

Terminado su Terceronado regresó a Venezuela en 1966 para trabajar en el Colegio San Ignacio en Caracas, como profesor de física. El laboratorio de Física y Medios Audiovisuales fue su plataforma de trabajo en todo el tiempo que estuvo en el Colegio, preparándose con mucho entusiasmo a la hora de enseñar.

Un año después hizo los Últimos Votos, el quince de agosto de 1967 en el Colegio San Ignacio ante el Viceprovincial el P. Jesús Francés, S.J.

En 1970 fue prefecto de 2do año de ciencias, docente de prácticas de física, responsable de los laboratorios y moderador de medios audiovisuales. Luego fue docente de física en Fe y Alegría, y al poco tiempo en 1972 fue destinado al Estado Apure, Capanaparo, como Director de la Escuela Rural “Urañon”, que para ese momento era dependiente del Colegio San Ignacio hasta 1975, perteneciendo a su comunidad.

Terminada su labor en la Escuela, en 1975 regresó nuevamente al Colegio San Ignacio por un año como docente de los laboratorios en secundaria y profesor de física.

En el período escolar 1976-1977, fue destinado a la Escuela Agropecuaria Padre Gumilla en La Guanota, estado Apure, sustituyendo al P. Alberto Leal Puchi, S.J., quien padecía una grave pleuresía. Durante su estancia, se desempeñó como director de la escuela, capellán de la comunidad religiosa y superior de la misma hasta 1986. Impulsando significativamente el desarrollo de La Guanota.

En una carta que le envió el P. Provincial Luis Ugalde, S.J. en 1982, al nombrarlo Superior de la Comunidad y Director de la Obra, reconoció el gran trabajo que había realizado durante los últimos cinco años bajo su dirección. Destacó los importantes pasos que se habían dado para consolidar una línea educativa más definida y adecuada a las necesidades y al futuro del joven campesino apureño. También resaltó el esfuerzo que se había hecho para lograr un equipo numeroso y preparado de laicos, religiosas y jesuitas, y expresó su deseo de que siguiera avanzando y animando esta labor.

En el año escolar de 1986-1987 desempeñó el rol de ministro y director del Proyecto Agropecuario de Fe y Alegría en la Escuela José María Vélaz en San Ignacio del Masparro, Dolores, Estado Barinas. Esta labor, fue llevada a cabo con el apoyo de un excelente equipo de trabajo, dejando una huella significativa en la comunidad.

Tras ejercer durante muchos años como Rector en la Escuela Agropecuaria José María Vélaz en el Masparro, en el 2013 a causa de su estado de salud deja el cargo, asumiendo a partir de entonces las funciones de acompañante espiritual y encargado del mantenimiento.

El P. Roberto Martialay, S.J. fue su compañero en el Masparro, y narra en un escrito su labor: “Lo conocí en el Masparro, en mi primer aterrizaje en Caracas en 1989, destinado por el P. Provincial Ignacio Huarte, S.J. con el objetivo de sustituir a los jesuitas del centro en tiempo de vacaciones. En esa etapa, además de la amistad que me profesó ayudándome a dar mis primeros pasos en Venezuela, pude observar algunas cualidades (…) era admirable el tesón y valor que demostraba levantando un pabellón tras otro (dormitorios separados para varones y hembras, la Iglesia, la casa de huéspedes, las habitaciones de los maestros, etc.) disponiendo no más de uno o dos obreros, y dirigiendo él personalmente el trabajo como arquitecto, maestro de obras y capataz en una pieza (…) junto con eso, admiraba la capacidad de relacionarse amistosamente con industriales que apoyaban su empresa con buenas ayudas económicas, reconocedores sin duda del mérito de lo que hacía. También la confianza que daba a sus responsables, a quienes profesaba verdadera amistad, y sobre todo el aprecio a las religiosas que llevaban la parte educativa, estando en todo momento de parte de ellas en lo que hacían o proponían”.

En el curso de 2013-2014 regresó a la comunidad del Colegio San Ignacio en Caracas, como promotor de Fe y Alegría.

El veintisiete de abril de 2014 el P. José Antonio Sierra Nava, S.J. falleció en la Enfermería de Alcalá de Henares en un viaje que realizó a España, tenía ochenta y tres años de edad y sesenta y cinco años de Compañía.

El P. Enrique Climent, S.J., Superior de la comunidad de Alcalá, comunicó a la Provincia el fallecimiento del P. José Antonio Sierra, S.J.: “Se ha quedado dormido, sin rictus ni agonía de ningún tipo. Pienso por otros casos de cáncer de pulmón, que tienen un final angustioso, que el señor se lo ha llevado a descansar evitándole todo eso”.

Fue un hombre inteligente y audaz, capaz de cultivar relaciones sólidas gracias a su sinceridad y disposición para ayudar. Con un carácter servicial que lo hacía querido por todos.

El P. Adolfo Nicolás, S.J., General de la Compañía, le escribió una carta por sus sesenta años de Compañía: “Le saludo afectuosamente el día en que el Señor le concede alcanzar sesenta años como su compañero y discípulo. La memoria agradecida de su vida religiosa le ayude para seguir correspondiendo generosamente a tan digna vocación, para el bien de las almas. Pido al Señor, por intercesión de Nuestra Señora, que siga bendiciéndole con su amor”.

El P. Roberto Martialay, S.J. lo recordó con gran cariño en uno de sus escritos: “Preguntándole una vez a José Antonio si se sentía feliz de su Obra, me dijo que una cosa que le satisfacía mucho era el poder dar de comer cinco veces al día a doscientos muchachos y muchachas que apenas se alimentaban en sus familias. En la dieta de los muchachos abundaba la carne, contando con un gran rebaño de mautes, de los que uno al menos cada quince días se sacrificaba para consumo del internado. Esto concuerda con el espíritu práctico y de caridad que siempre le animaba”.

En la carta por los cincuenta años de servicio sacerdotal, el P. Provincial Arturo Peraza, S.J. le escribió en agradecimiento por todos los años al servicio: “Has gastado toda tu vida en hacer de la vida de los muchachos que allí estudian un espacio de alegría, de esperanza y asumiste la tarea de ser continuador concreto de los sueños de Vélaz, respondiendo de forma concreta a lo que él planteaba en su conocido escrito ´Testamento´. Gracias pues sean dadas a Dios por el ministerio que te ha permitido ejercer el anuncio de la cercanía del Reino en medio de esta tierra venezolana que has adoptado como propia”.

Damos gracias a Dios por la vida y obra del P. José Antonio Sierra Nava, S.J., y pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.

Schirley Echenique

Comunicaciones Curia