Guillermo Ibarguren Alzola nació en Zumárraga, Guipúzcoa, España, el veinte de enero de 1888. Sus padres fueron José María y Elisabeth, una familia con profundos valores cristianos.
Tras una infancia y adolescencia marcadas por valores cristianos, decidió consagrar su vida a la Iglesia. Sabemos que gracias a su entorno familiar escuchó el llamado del Señor e ingresó a la Compañía de Jesús el catorce de julio de 1903, en Loyola, España. No se dispone de información detallada sobre su formación académica previa a su ingreso en la Compañía.
Hizo los Primero Votos el dieciséis de julio de 1905, dando inicio así a su vida consagrada.
Realizó sus estudios humanísticos en Loyola y en Burgos, dos años en cada uno, de 1905 hasta 1909. Al concluir el Juniorado, estudió Filosofía en Oña, Burgos, desde 1909 hasta 1912.
En 1912 fue enviado para hacer su Magisterio en el Colegio Belén en La Habana, Cuba, hasta 1916, donde fue profesor de matemáticas.
Después de esta experiencia, realizó los estudios de Teología en Oña desde 1916 hasta 1920. En el cuarto año de Teología fue Ordenado Sacerdote, el treinta de julio de 1920 por Monseñor Juan Bautista Benlloch, arzobispo de Burgos.
Para la Tercera Probación viajó a Manresa, Barcelona, a Santa Cueva en 1921. Terminado el Terceronado fue destinado a América donde pasó la mayor parte de su vida.
Su primer destino, fue el Colegio y Seminario de Pasto Colombia en 1922, donde se desempeñó como profesor de latín, castellano y además matemáticas de 2do año, también fue prefecto de disciplina de los alumnos externos y confesor de los alumnos.
El dos de febrero de 1922, el P. Guillermo Ibarguren Alzola, S.J. hizo los Últimos Votos.
En 1924, amplió sus responsabilidades en el Colegio al asumir las cátedras de teología moral e instituciones de derecho canónico, dejando de impartir latín y castellano. Un año después, en 1925, diversificó aún más su labor docente al hacerse cargo de las asignaturas de física y química, además de supervisar los museos y laboratorios de estas últimas asignaturas.
En 1928 tras su paso por Pasto, el P. Ibarguren, S.J. se trasladó al Seminario de Caracas, Venezuela, donde se dedicó a la enseñanza de teología dogmática. Además de impartir clases, asumió la responsabilidad de la biblioteca del seminario, convirtiéndose en un referente para los estudiantes en sus investigaciones. Su compromiso con la formación integral de los seminaristas lo llevó a desempeñar también los roles de confesor y de ministro en el Templo del seminario. En 1930, amplió su campo de enseñanza al asumir la cátedra de Patrología.
Un año más tarde, asumió múltiples responsabilidades: impartió clases de teología dogmática y catequesis a los hermanos coadjutores, se desempeñó como confesor tanto de los alumnos como en el Templo, y además, se encargó de la administración de la Revista SIC desde 1939 hasta 1943.
En 1944 fue destinado al Noviciado Beato José Pignatelli y a la casa de ejercicios en los Dos Caminos, Estado Miranda, como ayudante del maestro de novicios. Fue docente de latín y griego, examinador de candidatos y ministro de la comunidad hasta 1948.
Luego de su labor se trasladó a Coro, Estado Falcón, en 1949 para asumir múltiples responsabilidades en el Seminario Menor San José. Allí se desempeñó como prefecto espiritual, procurador, docente de retórica, latín y griego, bibliotecario y escritor de la casa. Además, fue capellán de las Siervas del Santísimo, moderador de la Asociación Santa Teresa de Jesús y de la Adoración Perpetua en el Templo San Clemente, y confesor tanto de la comunidad como del Templo.
De manera inesperada el veintinueve de marzo de 1950 el P. Guillermo Ibarguren Alzola, S.J. falleció en Coro.
Tras una prolongada batalla contra una fiebre intermitente, donde parecía recuperarse, la muerte lo sorprendió de manera inesperada, causada por una embolia cerebral dejando a la comunidad consternada.
El P. Ibarguren, S.J. tenía sesenta y dos años de edad, y cuarenta y seis años de Compañía.
Al siguiente día, con asistencia de las Damas Católicas y mucha otra gente, se celebró la Eucaristía por Monseñor Iturriza en la iglesia del Seminario. Luego se realizó una Misa cantada muy solemne de cuerpo presente con el señor Obispo.
Fue un ejemplo de humildad, sometiéndose siempre a las decisiones que la obediencia exigía. Con un espíritu de servicio incansable, dedicó su vida a enseñar y a cumplir con su deber. Incluso en sus últimos días, cuando su salud se deterioraba, se preocupó más por no molestar a los demás que por sí mismo.
Damos gracias a Dios por la vida y obra del P. Guillermo Ibarguren Alzola, S.J., y pedimos que su ejemplo nos anime en la misión encomendada.
Schirley Echenique
Comunicaciones Curia