Nos hallamos a un año desde que nos cambió la vida. Esta situación no ha sido asimilada en todas sus facetas. Estamos todavía queriendo encajar las piezas en su lugar, conscientes de que no volveremos a la “normalidad”, sino que habrá de integrar aquellos elementos novedosos que ayudaron a superar la crisis.
Esta postura inicial garantiza no caminar en zigzag. Estando de acuerdo en que el contexto impide desarrollar la misión de manera sosegada, sin embargo no nos paraliza; más bien, anima a abordarla de manera distinta. No se trata de amoldarse a lo dado, sino de volver a nuestros orígenes con el anhelo de beber de nuestras fuentes primigenias.
Es así como “nuestro modo de proceder” ignaciano enriquece la gestión del instrumento concreto del que nos servimos para ayudar a las ánimas.
Con la puesta en marcha del Plan Apostólico de la Provincia de Venezuela 2021-2026, el Colegio Loyola Gumilla desarrolla el impulso de su gestión desde nuestro de proceder, sin descuidar los restantes objetivos estratégicos.
La planificación es la mejor respuesta al inmediatismo
La llegada del COVID-19 —y sus respectivas consecuencias— supone una calamidad a sumar a la larga lista de agudos padecimientos que nos acongojan como país, y que incluso ha supuesto el sufrimiento y la muerte para muchos de nosotros.
En este clima “de posguerra” pareciera que el cortoplacismo sea la respuesta natural y espontánea que asegure la sobrevivencia. Ahora bien, una respuesta osada y esperanzadora al inmediatismo es la planificación, además de ser prueba inequívoca de que el momento presente no nos engulle, sino que, en un arco de tiempo relativamente importante, planeamos cómo continuar por el sendero trazado para alcanzar la meta propuesta.
El discernimiento como brújula que indica el Norte
El discernimiento no es una herramienta contrapuesta a la gestión; todo lo contrario. Dado que existen diferentes posibilidades de llevar a cabo nuestra misión, es fundamental escoger el sendero más idóneo para ello. Es aquí donde el discernimiento juega su papel de modo decisivo, pues ayuda en la toma de decisiones.
Al estar unido el “instrumento” —en este caso, nuestro Colegio— con su Señor, nos preguntamos permanentemente qué de Dios tiene esta realidad y cuál sería su voluntad, para, una vez dilucidado su querer, darnos alegremente a la tarea de llevarlo a cabo.
Si la planificación es la mejor respuesta al inmediatismo, el discernimiento es la mejor respuesta a la improvisación.
La colaboración en la misión es una nota que define a la persona de Jesús
El mensaje evangélico reitera siempre que, una vez aclarada la presencia de Jesús en medio nuestro, y una vez discernida cómo quiere asumir su misión, Él se dedica a sumar a otros a esta empresa. Todos podemos dar nuestra contribución, por muy discreta que pareciera.
La colaboración en la misión es el reconocimiento de un signo de nuestro tiempo: todos contamos. Se trata de apostar y contagiar a otros de aquello que nos habita, por lo que estamos dispuestos a trabajar y que es la causa final de nuestro desarrollo humano y felicidad.
La colaboración no es una mera estrategia en la gestión, potenciadora de nuestras capacidades, sino que es primeramente una nota que revela al ser mismo de Jesucristo, y nos amolda a su persona.
Si la planificación y el discernimiento son la respuesta al inmediatismo y la improvisación, respectivamente, la colaboración es la respuesta al ambiente imperante, que promueve la exclusión y el sectarismo.
El trabajo en red ayuda a ampliar la mirada
Lo apenas dicho se enriquece aún más con la opción por el trabajo en red. Es decir, llevar al plano interinstitucional las convicciones y ganancias de la colaboración en la misión. Es el favorecimiento del esfuerzo mancomunado entre todas las obras de inspiración ignaciana presentes en la zona, que no excluye después ampliar el radio de acción con otras instituciones que pretenden el mismo fin.
Todo paso institucional dado toma en cuenta a las otras instituciones, aspirando a que los vasos comunicantes cumplan su función, para provecho de todos.
Luis Ovando Hernández S.J.
Rector