El pasado 14 y 15 de febrero con el deseo de encontramos y de favorecer el intercambio de ideas para conocer cómo y en qué estamos los jesuitas en formación, se llevó a cabo el encuentro de Maestrillos, participó como invitado Johan Alarcón quien inició sus estudios de Teología en el ITER – UCAB. El encuentro estuvo dirigido por el P. Dizzi Perales, S.J. delegado para la formación de la Provincia.

Cuando nos falta el abrazo y la proximidad, dar valor a la palabra es un desafío, por eso nuestro encuentro inició el día lunes marcado por la conversación espiritual entre los participantes. En cada expresión pudimos conocer los regalos de novedad, frescura, retos, desafíos, belleza y verdad que experimentamos en la vida – misión a la que somos convocados.

Cada relato fue expresión de nuestra experiencia con Dios y del caminar con Jesús de Nazaret, que nos invita a la fraternidad que se convierte en compromiso y comunión con la misión encomendada. Finalizamos este espacio valorando la confianza y cada palabra que nos recuerdan que Aquel que nos llama nos hace amigos en su presencia.

El día martes estuvimos reflexionando acerca de las claves del liderazgo ignaciano, inspirados en el texto de José María Guibert (Liderazgo ignaciano una senda de transformación y sostenibilidad). Los comentarios e impresiones fueron a partir de las claves que señala el autor. Juntos reflexionábamos acerca de la concepción ignaciana del liderazgo, en la cual hay siempre un factor de crecimiento personal que lleva a la conversión.

Coincidíamos que la clave del liderazgo es la transformación de la persona y su contexto. Esta primera parte del texto nos invitaba a seguir aprendiendo a gestionar y cultivar nuestro crecimiento personal, y la relación con otras personas, puesto que, este modo de ir creciendo y ordenando nuestra vida como jesuitas nos permitirá seguir construyendo un cuerpo apostólico, entendiéndonos como “consagrados para los demás y con los demás”, característica esencial de nuestra forma de proceder que hoy nos sigue retando a cultivar unas actitudes de cooperación, escucha y disposición para aprender de otros y compartir nuestra herencia espiritual y apostólica.

Toda la experiencia y la reflexión compartida nos invita a seguir cultivando y a desarrollar hábitos que nos muevan a crecer humana y espiritualmente, a construir e incorporar en nuestra formación jesuita criterios que nos permitan la consolidación de un cuerpo apostólico unido y servicial como el modo de proceder que hace efectiva nuestra misión hoy.

Terminamos nuestro encuentro encomendándonos a María Reina de la Compañía, para que nos enseñe a acoger el Espíritu de Jesús y podamos responder con audacia evangélica a los desafíos de nuestra vida – misión.

Francisco Serrano, S.J.