El equipo local del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Táchira, viajó hasta la ciudad de Orope en el municipio García de Hevia, para acompañar a un grupo de 16 mujeres integrantes de los grupos de sororidad a través de la arteterapia, una disciplina que utiliza las artes plásticas como medio de expresión y comunicación para mejorar la salud mental y el bienestar emocional y social de las personas.
La actividad fue diseñada para generar un proceso de reconciliación a partir de la historia única de cada participante, enfocándose en sus experiencias y la fuerza que emana de ellas. La dinámica consistió en que cada mujer expresara su relato a través de dibujos, símbolos, números o letras, utilizando estos recursos como herramientas para narrar su proceso de resiliencia.
“Es una dinámica con música, donde todas leyeron la letra de una canción, al conectar con la canción compartieron lo que sentían, hicieron énfasis en que casi siempre no expresan sus emociones y las guardan para no ser juzgadas por los demás, eso las hizo entender sobre la importancia de reconocer y expresar”, relató Graciela Mora, miembro del equipo de Táchira como parte de la experiencia que se vivió en el taller, pensado para acompañar procesos de gestión y manejo emocional.
La práctica de la arteterapia se fundamenta en utilizar el arte como un vehículo para transmitir emociones que a menudo son difíciles de verbalizar. En este contexto, los grupos de sororidad se erigen como espacios de apoyo, donde las mujeres pueden conocerse, compartir sus experiencias y reconocer sus luchas comunes. Su implementación está inscrita en los objetivos del Servicio Jesuita a Refugiado, que busca implementar iniciativas y proyectos en comunidades vulnerable en el área de educación, salud, alimentación, defensa de los derechos humanos, fortalecimiento del tejido social y promoción de la ciudadanía.
Para las participantes, este espacio se convierte en un refugio seguro, donde pueden expresar sus vulnerabilidades y las situaciones adversas que enfrentan debido a su condición de mujeres. La conformación de estos grupos no solo les permite compartir experiencias vividas, sino que también teje vínculos de apoyo que resultan fundamentales en la prevención de la violencia.
El propósito último de estas iniciativas es acompañar a las víctimas en su búsqueda de dignidad, ayudándolas a constituirse en verdaderos sujetos personales y sociales, a partir de sus identidades y culturas. A través de la arteterapia y la sororidad, se fomenta un camino hacia la sanación y el empoderamiento, transformando las historias de dolor en relatos de resiliencia y esperanza.
María Antonieta
JRS