En la Red Apostólica Ignaciana de los Andes (RAIA), iniciamos el año 2023 con el desafío de continuar entretejiendo nuestras Obras para cumplir mejor nuestra misión en estas tierras. La trama principal de este año es la Espiritualidad Ignaciana, siendo la petición más demandada de los miembros y de nuestras Obras, como de las personas aliadas a nuestra misión: “queremos cultivar espacios para el crecimiento espiritual, el acompañamiento y el discernimiento”. Capitalizando esta inquietud, comunes a todas las regiones apostólicas, la Provincia venezolana formuló un proyecto de promoción de la Espiritualidad de la Colaboración y la Sinodalidad cuyos beneficiarios serán los colaboradores de las diversas Obras que conforman la Red Apostólica.

En la RAIA hemos arrancado enero haciendo un sondeo entre los colaboradores apostólicos que deseen darse un tiempo para profundizar en los Ejercicios Espirituales y formarse como acompañantes. Es curioso que, ante la demanda de cultivo espiritual, aún en nuestras Obras existen pocas personas capaces de ofrecer este servicio. Más aún, las personas solicitan el servicio, pero no se les ha colocado en situación de formarse para ofrecerlo. Así que es muy interesante ver el rostro de una persona cuando uno le invita a la experiencia de los Ejercicios, prácticamente no duda en responder rápidamente que sí. Pero, al continuar explicando la propuesta surgen dudar en sobre si ellos podrían ser acompañantes espirituales.

Estas reacciones revelan que el asunto es ampliar la comprensión de que el servicio de acompañamiento y orientación espiritual no es un servicio exclusivo de religiosas, religiosos o curas. Ser acompañante es una labor de escucha atenta, de atención al paso de Dios por la vida de la persona, no es don sobrenatural, es capacidad humana, cercanía con Dios y con los hermanos. Esto se dice fácil, pero requiere tiempo para ser asimilado por las personas para que valoren las cualidades que otros ven en ella que lo haría un excelente acompañante, y tiempo para que otros acepten que ellos pueden hacer este servicio y se acerquen a disfrutarlo.

Si queremos cultivar la espiritualidad, debemos estar abiertos a que Dios suscite en medio de nosotros acompañantes que ayuden al Señor en esta noble labor.

Mientras estamos en estos, el jueves 19 de enero realizamos nuestra tradicional paradura, pidiendo al Niño Jesús que nos ayude a seguir creciendo como red, a irnos articulando cada vez más, para servirle mejor. Deseamos con sincero corazón tejer una red, un paño apostólico bien tramado donde el Niño Jesús se pueda pasear, y alegrar la vida de tantos que vivimos y trabajamos en estas montañas venezolanas.

Leonardo Enrique Gamboa León, S.J.

Red Apostólica Ignaciana de Andes