El domingo 8 de marzo de 2020 se inició una nueva aventura: Destino conocido; retos desconocidos. Partimos, como XI Implementación del Programa de Liderazgo Ignaciano Universitario Latinoamericano de la Universidad Católica del Táchira, hacia Ciudad Sucre, una pequeña localidad en el Alto Apure, frontera con Colombia. El motivo: Vivenciar la segunda inserción de este programa. Esta vez, con miras a Educar en Frontera, de la mano con la Unidad Educativa Simón Rodríguez de Fe y Alegría. Regresamos a aquel pueblo -olvidado para algunos, añorado por otros- pues, en diciembre pasado experimentamos nuestra primera inserción allí.

Sorpresa afortunada: Nos encontramos con un equipo de PAZANDO de la Universidad Católica Andrés Bello, sede Caracas. Juntos, nos sumergimos en el arte de enseñar: Impartimos (O, bueno, intentamos impartir) clases en educación inicial, educación primaria y educación media general, en distintas áreas del conocimiento, en la institución de Fe y Alegría. Un gran desafío: Adaptarnos al ser, sin olvidar el deber ser. Reconocernos, sin duda, fue fundamental. Sin embargo, no más fundamental que reconocer al otro, como igual y como distinto; como aquel matiz único en una infinita escala de grises. También, realizamos distintas actividades recreativas, nutridas de trabajo en equipo, compañerismo y alegría, orientadas a fortalecer el respeto y la tolerancia entre la comunidad.

Así transcurrieron los días, llenos de experiencias humanas, abrazos fraternos, compartir sinceros y familiares, y despedidas sentidas. Regresamos a San Cristóbal el miércoles 11 de marzo, llenos de gratitud, dichosos de grandes anécdotas, retos superados, aprendizajes afianzados, y espiritualmente enriquecidos. Algo nos ha quedado claro: Debemos estar dispuestos a servirle a los demás, pero debemos perseverar en esa disposición. En todo amar y servir. Estuvimos unos días en Ciudad Sucre, pero Ciudad Sucre estará con nosotros el resto de nuestras vidas.

Alexis Chacón

Participante del PLIUL – UCAT