Hace 465 años la recién fundada Compañía de Jesús descubrió que nada es más crucial para la humanidad que la buena educación de la juventud y se convirtió en orden religiosa educadora con fuerte incidencia histórica.
Educación
Misión Educadora de la Compañía de Jesús en Venezuela
A Venezuela llegaron los jesuitas hace un siglo con autorización limitada para la formación del clero. Pronto pudieron abrir sus puertas a la educación de la sociedad civil que empezaba a salir del mundo rural con un acelerado tránsito a la modernidad urbana. Sólo una Iglesia renacida podía sembrar su semilla de inspiración en ese mundo naciente. En el siglo XX aproximadamente un 10 de la educación escolar en todos los niveles y sectores llegó a ser iniciativa católica con inspiración cristiana. En el actual momento trágico, ¿cómo puede el país renacer a la justicia, democracia y libertad? ¿Cómo puede entrar Venezuela, aunque sea con retraso, al siglo XXI en una cultura modelada por el comercio y tan dominada por los mercados, la electrónica y los estímulos exteriores y aparentemente sin lugar para el alma interior? ¿Cómo asumir esa realidad y hacer presente en ella la inspiración transformadora de la fe-amor-esperanza humana que nos da Jesús de Nazaret? ¿Cómo salvar lo más humano y trascendente de la humanidad?
Con muy pocos jesuitas, pero en equipo con miles de laicos educadores y familias, tenemos la apasionante misión de lograr que las preguntas humanas del sentido, la solidaridad y la esperanza humanizadoras, no queden ahogadas por una racionalidad instrumental reductivamente dominada por la exterioridad que busca obtener las respuestas esperadas y activadas por el estímulo. ¿Cómo contribuir eficazmente en la urgente reconstrucción del país con reconciliación y superación de la pobreza? ¿Cómo despertar una nueva esperanza e inspiración que transforme multitudes y ayude a sacar lo mejor de cada uno para rehacer el país con solidaridad?
Estamos presentes como levadura pequeña en primaria, secundaria y universidad y en diversos sectores sociales, con colegios, centros educativos de Fe y Alegría y universidades. No menor es la presencia educadora no escolar. No valemos por el número, sino por el modo como entendemos, nos comunicamos como seguidores de Jesús y cultivamos la calidad integral de la formación humana: formar hombres y mujeres conscientes, competentes, compasivos, y comprometidos que encuentren el sentido de la vida como personas para los demás y con los demás. ¡Todo un reto!
Luis Ugalde, S.J.